En el extremo Noroeste de la Península Ibérica se encuentra la tierra gallega, que aún siendo pequeña en extensión, posee tal riqueza natural y cultural que la convierten en un mundo aparte. De relieve antiguo y abrupto, Galicia moja sus orillas en el Océano Atlántico y en el Mar Cantábrico, los que traen frentes húmedos con asiduidad. Así, Galicia, representa la comunidad más húmeda de España. Aunque diverso es también su clima, desde el oceánico y lluvioso de la región costera hasta el clima seco y caluroso del interior, en Galicia podemos encontrar un sinfín de microclimas culpables de su elevada biodiversidad.

Y es que tanta agua de lluvia puede llegar a ser un incordio para sus habitantes pero nadie podrá negar la gran ventaja que el capricho meteorológico otorga a esta tierra que pinta de verde sus campos incluso en los meses más calurosos. No sólo la diversidad de sus paisajes, sino también su extrema belleza hacen de recorrer la geografía gallega un placer para nuestro sentido visual. Desde las montañas de Ancares u O Caurel, las riberas del Miño y los cañones de Sil, los humedales de Terra Chá, los bosques de frondosas, aquí llamados “fragas”, como las de A Marronda o las de Eume, hasta los acantilados costeros, algunos como los de San Andrés de Teixido considerados los más altos de Europa. Son joyas naturales que con abundancia podemos encontrar en la tierra gallega.

Pero Galicia no sólo es un placer para la vista, el gusto y el ofato, se verán embrujados por una gastronomía única en el mundo en cuanto a calidad y personalidad. El tacto sentirá la vida de la tierra fresca y húmeda. El oído quedará embrujado con el sonido del folclore de las aldeas. Y hasta nuestro sexto sentido gozará al descubrir la tierra gallega.