Hija de la laguna

Hija de la laguna

Los científicos dicen que para evitar las consecuencias del cambio climático se necesita una transición «sin precedentes» y cambios «rápidos» y de «gran alcance» en la electricidad, la agricultura, las ciudades, el transporte y la industria, según el informe presentado por el IPCC en Corea del Sur.

Suponemos que les está resultando fácil prohibir coches diesel o gasoil para vender sus coetáneos eléctricos, con una electricidad, eso sí, que deberá ser limpia y renovable en cada casa, calle, colegio, pueblo, fábrica o estación de servicio. Demandar a las agricultoras o ganaderas la integración de técnicas innovadoras en los métodos de producción, que reduzcan sus emisiones de CO2 por producto también es fácil, cuando llevan décadas fomentando lo contrario. Y la alimentación, ¡ay la alimentación! que para ser buen ciudadano hay que ser vegano, aunque lo que ingieras provenga del otro lado del mundo (y con ésto no digo que no haya motivos, porque más que haberlos, sobran).

Pero ahora es urgente, porque la vieja vaca se les quedó sin leche…

Aceptarán… ya han movido sus hilos y es ahora cuando más lo claman los científicos, y la sociedad. La nueva vaca ya ha nacido y volverán a vendernos humo, humo a precio de oro porque aunque éste no se coma invoca entre el ser humano un amor eterno hacia su brillo. Millones de personas rozando el umbral de la pobleza, tendrán que “apoquinar” o abandonar sus tierras, mientras demandan un cambio radical, sin precedentes, rápido y de gran alcance, para salvar el futuro de sus hijos.

Sería de necios pensar que les preocupa nuestra superviviencia, que realmente quieren hacer del mundo un lugar mejor, fomentando descaradamente un consumo extremo por parte de todos los sectores que ellos dicen afectan al cambio climático, y del consumidor por supuesto. La fabricación de millones y millones de coches nuevos, de técnicas agrícolas y ganaderas nuevas, el cambio total en el sistema de energía, de alimentación… no le va a suponer a la naturaleza nada más que una nueva era industrial, eso sí verde, y tan tan necesaria para frenar el cambio climático.

Pero oye, que hay que admitir, que dar ayudas a la problación para conservar nuestros bosques, los que nos quedan, y plantar nuevos, fomentando la biodiversidad y no los monocultivos; criando nuestros alimentos de manera orgánica, sin químicos, a pequeña escala y local; volviendo a la ganadería extensiva; promoviendo el intercambio de alimentos sin coste alguno para la persona que labra la tierra, que la cuida; igualando los derechos de la población sin importar la etnia, sexo o procedencia; apostando por la reparación y reutilización de productos, eliminado el plástico de nuestra cadena alimentaria, dejando al campesinado vivir en paz… eso tiene que ser mucho más díficil, mucho más que crear/buscar un mundo nuevo.

Al final lo único que va ser verdad es aquello que dice Albert Plá de que “Todo es mentira”…

 

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